viernes, 16 de diciembre de 2011

ELOGIO DE LA FICCIÓN


En este artículo hago una defensa o elogio de la ficción en general y, especialmente, de la literaria. Frente al aburrimiento que muchas veces nos produce la realidad y en una época en la que el tiempo tiende a dividirse en aquel en el que ganamos el dinero y en el que lo gastamos y en la que los placeres lentos son arrumbados, hago aquí una apología de la lectura de obras de ficción que quisiera reafirme en pro de esta "causa" a los ya convencidos y que, siendo muy optimista, quizá pueda incluso incitar a algún escéptico a probar esta sana droga que es la literatura y engancharse a ella.
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En la entrada, post, artículo, o como queráis llamarlo, inmediatamente anterior a éste, me he referido a esa forma de escapismo de nuestra realidad presente que supone imaginar algún cambio en nuestro pasado que daría lugar a otra forma de vida, más o menos distinta, pero siempre diferente de la que nos ha tocado vivir. Reflexionar sobre eso me condujo a la ficción y a la defensa de esta e incluso, en general, al elogio de las diversas formas de entretenimiento que no parecen tener una utilidad inmediata, si fuéramos tan necios de despreciar el placer, el disfrute, el goce.

¿Qué son sino escapadas del aquí y del ahora (el conocido "hic et nunc" latino) las historias en que nos sumergimos a través de la literatura, el cine o el teatro?. Consisten en abandonar, olvidar por unas horas, nuestra propia vida, nuestras concretas circunstancias, un paréntesis casi mágico en que nuestra vida se detiene, para adentrarnos en las vidas de otros, viajando, sin movernos del sofá, la cama o la butaca, a través del tiempo y del espacio.

Desde un punto de vista puramente utilitarista, que no considerase el entretenimiento, el placer, esas escapadas serían una pura pérdida de tiempo. Sin embargo, la ficción, la narración, el relato, en sus múltiples formas, lleva atrayendo al ser humano desde tiempos inmemoriales. Se trata de mucho más que un mero entretenimiento, sin que a mi juicio deba despreciarse en modo alguno ese elemento esencial para disfrutar de la vida. Cono ocurre con el juego, la ficción es un elemento fundamental del aprendizaje, a cualquier edad.

La ficción amplía nuestros horizontes, ensancha y dilata nuestras vidas, rompe las cadenas de sus limitaciones, nos educa sentimentalmente, estimula nuestra imaginación, nos aleja del ensimismamiento y del solipsismo. A través de la ficción, como ocurre también con esas conversaciones sinceras, sentidas en que las personas nos abrimos de verdad las unas a las otras, nos damos cuenta de como los demás comparten con nosotros mucho, como tienen ideas o sentimientos más o menos similares a los nuestros, por encima de razas, religión, profesión, estrato social, lugar de residencia o de la respectiva época. También nos ayudan a percicbir la diferencia y a vencer prejuicios, nos ilustra sobre la condición humana.

Un documental o un ensayo también pueden ser muy instructivos, pero por lo general transmiten menos sentimientos y emociones y resultan más pesados, no llevan aparejado el disfrute o no en la misma medida, de quien los ve o lee. Suelen ser más aburridos y el tedio es una forma de sufrimiento. Por cierto, para todos los que se aburren con la política, cabe recordar que Borges, tan dado a la fantasía y al relato, amante devoto de la buena literatura, etiqueta que cada cual atribuye según su pura subjetividad, definió la política como "una de las formas del tedio".

Los documentales o los ensayos, aunque los haya magníficos, divierten o entretenienen menos que la ficción y creo que es oportuno y hasta necesario hacer apología de la diversión, del entretenimiento. Aburrirse o divertirse no computa para medir el PIB, ni nos va a sacar de esta profunda y duradera crisis económica (¡aunque cómo subiría la productividad si a todos nos divirtiese nuestro trabajo!); pero pasarlo bien es fundamental para nuestra felicidad.

Aunque me gustan bastante los deportes (y el fútbol más que eso; por suerte ya que está hasta en la sopa, aunque abundan las sandeces con el fútbol como pretexto) y la buena mesa, por citar algunos placeres aptos para todos los públicos, creo que nada me ha aportado tanto como la ficción y, muy en especial, la literatura y dentro de ésta, la novela. A otros les pasa con la música, el cine o las artes plásticas e incluso hay algunos afortunados que disfrutan por igual con todo ello.

Así, pues, reivindiquemos el entretenimiento, el placer de esas horas dedicadas a escaparnos de nuestras vidas y sumergirnos en el fascinante espectáculo de observar, sentir, vivir otras vidas, de conocer los actos y los pensamientos de otros. Además, leer es un placer muy barato comparado casi con cualquier otra forma de ocio, aparte de que los libros se pueden tomar prestados de bibliotecas o de amigos (que asuman el riesgo de perderlos), se pueden comprar en librerías de lance, en rastrillos, baratas ediciones de bolsillo, etc. En función del número de horas de placer que puede proporcionar, un libro resulta extraordinariamente económico comparado casi con cualquier otra forma de ocio, salvo pasear.

Pero, como ya he expuesto antes, la literatura es mucho más que ocio, limitarla a eso es reducirla torpemente. La literatura nos transforma, nos da visión, perspectiva, nos enriquece, nos hace más completos, aporta matices, profundidad y sutileza a nuestra forma de ver el mundo, mejora nuestra capacidad de comprender la vida, nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y a los demás. Aparte de ello, las palabras, pueden ser tremendamente bellas y no sólo la poesía, sino la literatura, en general, puede ser un auténtico placer estético, una experiencia de belleza. Además, cuando nos encontramos ante una obra maestra, como ocurre con otras maravillas de la creación humana, sentimos el orgullo de pertenecer a la especie humana, es decir, justamente lo contrario de lo que sentimos con demasiada frecuencia al conocer algunos comportamientos de nuestros semejantes y de las lacras que se dan en el mundo, como el hambre, la destrucción del planeta, la esclavitud infantil y laboral, la guerra, la violencia, la explotación sexual y tantas otras formas de opresión y barbarie.

Para terminar una cita sobre el oficio de escribir de Antonio Muñoz Molina, excepcional escritor al que, sin embargo, no había leído hasta muy recientemente (ver reseña de Sefarad en este mismo blog). La he colocado también en el frontispicio de este blog.

"Creo que el escritor continúa el oficio inmemorial de los narradores de cuentos, que daban forma mediante relatos orales a la experiencia compartida del mundo. Contar y escuchar historias no es un capricho, ni una sofisticación intelectual: es un rasgo universal de la condición humana, que está en todas las sociedades y arranca en la primera edad de la vida."


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